Thoreau decía que “los libros son la riqueza atesorada del mundo (…) y ejercen una influencia mayor que la de reyes o emperadores». Mar Abad – Contrainfo.Com
– La cosa es muy sencilla. Hace seis años que no pago impuestos al gobierno.
– ¿Por qué?
– Esos impuestos financian la esclavitud y la guerra contra México. Y esto es lo que yo sostengo: cuando un gobierno es injusto, el lugar de todo hombre justo está en la cárcel.
– Escuche, Henry David, basta con que yo pague su fianza para que usted salga.
– No, no, por favor. Agradezco el gesto pero es que quiero ir a la cárcel.
(La vida sublime. Maximilien Le Roy, 2013)
Henry David Thoreau (1817-1862), efectivamente, durmió esa noche en prisión. La libertad llegó con una fianza que pagaron por él a pesar de su voluntad de permanecer en la cárcel. El filósofo naturalista no se opuso a cumplir la pena. Lo que pretendía con su deuda no era romper la ley. Quería mostrar su disconformidad y hacer ver al gobierno y a la mayoría de los ciudadanos que la esclavitud era una aberración.

“Las cosas no cambian. Los que cambiamos somos nosotros”.
El estadounidense continuó su lucha desde la libertad. Dos años después de su detención ofreció una conferencia titulada Los derechos y deberes de los individuos en relación al gobierno. Un año más tarde escribió el ensayo Resistencia al gobierno civil. En ambas defendía el derecho de todo ciudadano a oponerse a un gobierno o una ley que considera injustos y fue así, con sus acciones y sus textos, como la historia lo proclamó el padre de la desobediencia civil.
Thoreau, sin embargo, no escribió nunca esa expresión. Muchos investigadores aseguran que el poeta naturalista nunca utilizó la expresión “desobediencia civil”. Hablaba, en su lugar, de “objeción de conciencia” y “resistencia”. El concepto nació cuando su editor cambió el título de su ensayo Resistencia al gobierno civil por Desobediencia civil. Y desde entonces ha ido creciendo y marcando hitos en la evolución de los derechos humanos.

“Quebrantar la ley por razones de conciencia sin huir de la pena”. Esta es la definición de Ramón Cotarelo. El catedrático de la ciencias políticas en la UNED explica que “la desobediencia civil consiste en negarse a obedecer una ley pero respetando el sistema jurídico en su conjunto. Es un acto de individualismo sumo por motivos de conciencia y nunca por razones personales”.
La desobediencia civil no tiene nada que ver con la delincuencia, según Cotarelo. “El que se resiste al poder y no huye está haciendo una acción ejemplar”, asegura. “Como hacían los insumisos que iban a la cárcel por no estar de acuerdo con el servicio militar en España”.
“Solo hay un remedio para el amor: amar más”.
Es probable que la resistencia de un individuo frente al poder surgiera desde que nació el poder mismo pero pongamos una fecha en la historia reciente. Ramón Cotarelo habla de Sócrates como el primer desobediente civil. El filósofo griego (470-399 aC) fue acusado y condenado a muerte por despreciar a los dioses y corromper la moral de los jóvenes. El ateniense no huyó de la justicia, como le proponían sus amigos. Acató la sentencia y bebió la cicuta que acabó con su vida.

“Un hombre es rico en proporción a las cosas que puede desechar”.
“El objetivo es crear una situación de crisis generalizada que abra inevitablemente la puerta a las negociaciones”. Así pudo resumir Martin Luther King su testamento de acción sociopolítica: encarar pacíficamente un contexto en el cual, a pesar de los elementos en contra, la movilización pueda desestabilizar el panorama hasta llegar a un punto de ebullición, pero sin permitirle estallar gracias al liderazgo y a las convicciones compartidas. Esta era una de las diferencias principales entre la no-violencia abogada por King y la violencia proactiva de su contemporáneo Malcolm X. Mientras que el último no dudaba en acudir a la defensa propia para lograr sus cometidos, King, pastor bautista y fundador de la Southern Christian Leadership Conference, llevó los principios de Gandhi de no-cooperación hasta cada rincón del sur estadounidense. Las batallas de King comenzaron contra la segregación racial en autobuses, escuelas e instituciones públicas. Cuando Rosa Parks se negó a cederle su puesto a un blanco, como indicaba la ley, en diciembre de 1955, King organizó un boicot al sistema de autobuses de la ciudad de Montgomery que duró más de un año y que terminó en el veredicto de la Corte Suprema de eliminar la separación racial en los buses públicos. Victor Rey Riquelme – Lupa Protestante
Fue el primer éxito notable de King, quien continuó ejerciendo estrategias no violentas en Albany, Birmingham, Chicago y Washington. Su modus operandi consistía en organizar a los afroamericanos en forma regional en huelgas o paros civiles que presionaran a las autoridades locales que debían responder a las solicitudes hechas por King y la comunidad negra. Fue su primer éxito y continuó ejerciendo estrategias no-violentas en Albany, Birmingham, Chicago y Washington.
La desobediencia civil es un “tema de conciencia”, insiste Cotarelo, y por eso “su fuerza reside en la generalización de una conducta”. Empieza desde la individualidad, como hizo Rosa Parks cuando se negó a ceder su asiento en un autobús a una persona de raza blanca. La costurera estadounidense fue encarcelada por alteración del orden público y, en respuesta, surgió la protesta generalizada en los autobuses públicos de Montgomery liderada por Martin Luther King. El movimiento que comenzó con un ‘no‘ individual consiguió que la Corte Suprema de EE UU declarara en 1956 que la segregación racial en el transporte iba en contra de la constitución. “La desobediencia civil es una chispa que hace que se incendie la pradera”, apunta el catedrático.
“Lo mejor que un hombre puede hacer por su cultura cuando es rico es llevar a cabo aquellos proyectos con los que soñaba cuando era pobre”.
Otro antecedente significativo lo ofrece el movimiento sufragista. En 1913 más de mil mujeres habían pasado por las cárceles inglesas acusadas de cometer actos ilegales, públicos y no violentos en el marco de la lucha por el sufragio femenino. Cientos de ellas realizaron huelgas de hambre. El Gobierno británico respondió con la alimentación forzosa, y con leyes que permitían el cumplimiento escalonado de las penas.
Cotarelo pasa de la historia a la actualidad. Y del mundo occidental se sitúa específicamente en España. “Estamos perdiendo derechos conquistados en el siglo XX que parecían irreversibles”, indica el experto en desobediencia civil. “Hoy la mayoría de los ciudadanos tenemos una estrategia clara: sustituir un gobierno inicuo por otro más justo y más actual. Lo que no está definido es la táctica. Podríamos, por ejemplo, hacer una campaña para negarnos a pagar el impuesto sobre la renta del año que viene en protesta por la falta de transparencia del gobierno, por la corrupción y en desacuerdo con las políticas que lleva a cabo. Habría que montar un banco ciudadano y pagar ahí nuestros impuestos. Porque no nos negamos a contribuir con nuestros impuestos. Lo que no queremos es que ese dinero sirva para pagar unas políticas con las que gran parte de la población no está de acuerdo”, propone el sociólogo.
“Hacer esto de forma individual provoca miedo en muchas personas. Pero si creamos un sistema de defensa para protegernos, podemos hacerlo. El acto individual, cuando se generaliza, cambia la historia”.
Recientemente Noam Chomsky afirmaba en una conferencia que el neoliberalismo, recetario que siguen hoy prácticamente todos los gobiernos, es el mayor ataque contra la población en los últimos cuarenta años. No hay que ser ningún bárbaro para defender la desobediencia civil, tal y como quieren nuestros gobernantes que pensemos. De hecho, los mayores referente morales a lo largo de la historia (Thoreau, Bertrand Russell, Rosa Parks, Luther King, Ghandi, Nelson Mandela y un largo etcétera) han sido desobedientes civiles. Rebelión – Gamba
Hace unos meses se colgó en youtube un vídeo del actor Matt Damon llamando a la desobediencia. En él parte de que “el mundo está patas arriba” y de que hay gente que equivocadamente está en la cárcel y otra que también equivocadamente está fuera de la cárcel. Pero afirma algo más importante: desde arriba se nos dice que el problema es la desobediencia civil. Matt Damon dice que el problema no es la desobediencia, sino precisamente la obediencia. El historiador estadounidense Howard Zinn expresaba mejor esta idea:
“La desobediencia es el verdadero fundamento de la libertad. Los obedientes deben ser esclavos”.
“La desobediencia civil no es nuestro problema. Nuestro problema es la obediencia civil. Nuestro problema es que la gente del mundo entero obedece las órdenes de unos líderes y que millones de personas han muerto por esta obediencia… Nuestro problema es que la gente es obediente a pesar de la pobreza y del hambre y de la estupidez, y de la guerra, y de la crueldad. Nuestro problema es que la gente obedece mientras las cárceles están repletas de ladronzuelos y los grandes ladrones están libres. Ése es nuestro problema”. Más explícito quizás es el psicólogo Erich Fromm cuando considera que la desobediencia es el germen de la evolución y dice que “la historia humana comenzó con un acto de desobediencia, y no es improbable que termine por un acto de obediencia”
“Los libros transportan las civilizaciones. Sin libros, la historia estaría en silencio, la literatura enmudecería, la ciencia sucumbiría, y el pensamiento y la especulación se paralizarían para siempre”.
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